Thursday, November 5, 2020

Diálogo con comillas

“No sé, Artemisa, me parece que deberías conseguirte un novio o algo”, dijo Apolo.
Artemisa lo volvió a ver con ojos de tigresa. “¿Que yo tengo que hacer qué?”
“Tranquila, tranquila, es solo una sugerencia. Tal vez así te calmarías”.
“Yo soy Artemisa, diosa de la luna, lideresa de múltiples cazadoras. Reino sobre las montañas y ayudo a las mujeres cuando tienen dolores de parto. ¿Y vos me decís que me calme?”
“Ves, de eso es de lo que hablo. Sos demasiado intensa. Tal vez con un novio te volverías más, no sé, suavecita, por enamorada”.
Luego de tomar una flecha con su mano, Artemisa le disparó rápidamente en el pie a Apolo. Se oyó un alarido de dolor y Apolo bajó a tocarse el pie.
“¿Qué te sucede, loca?”
“No sé, mi aljaba estaba muy pesada. Quería quitarle peso para así relajarme más, sabés”.
Apolo estaba sentado en el piso. Ya se había sacado la flecha y estaba tratando de parar la sangre. Miró hacia arriba, a los ojos de Artemisa, con la boca abierta.
“Sabés qué, retracto lo dicho. Ningún hombre te va a querer porque sos una maniática”.
“Uy, no, voy a tirarme de un acantilado. ¿Qué será de mí, si soy solo una mujer sin el amor de un hombre?” Artemisa se puso el dorso de su mano sobre la frente. “Sería mejor destino la muerte, o, dios Apolo”.
“Ya dejá de hacerte la graciosita y ayudame a levantarme. Vamos a ver si logro subirme al carruaje para el atardecer”.
“Podés pedirle a una de tus muchas novias que te ayude. Calmate. Estás muy histérico”. Artemisa le extendió la mano a Apolo, quien la tomó y se levantó.
“Bueno, hasta luego, que ya se hace tarde”, se despidió Apolo.

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Holaaa gente. Esto es lo último que he hecho. La profe nos ha dado tiempo libre. ¡Espero que les guste! Más adelante habra un ensayo acerca de la pesca de arraste.

Con amor,
Nan.