Saturday, June 19, 2021

mafia

Imagínense en un círculo con muchas otras personas. Toman la carta y la ven. Policía de nuevo. Ahora es momento de cerrar los ojos; ya cae la noche. El dios pasa por cada personaje y es su turno finalmente. Señalan al sospechoso, mas él no es el culpable.
Se levantan al ser de día y el dios anuncia que la víctima ha sido la persona del frente. Ya saben quién ha sido; solo una persona pudo haber sabido la habilidad del ahora difunto para desenmascarar asesinos. Entonces, al llegar la noche señalan al presunto culpable y resulta haber sido él.
Al llegar el día, logran que muera el primer mafioso, que en olimpiadas son la desmotivación y la pereza. Les empieza a gustar el juego. El primer triunfo los impulsa. Sigue así, vas por un buen camino, les dice. Sigue explorando.
Pero cuando llega la noche otra vez no tienen suerte, pues quien señalan no es mafioso. Al llegar el día, tienen el liderazgo del pueblo, así que matan al que ustedes creyeron que era. Lastimosamente, se han equivocado y ejecutado al doctor, mientras que otro civil ha muerto en manos de la mafia.
Lo mismo sucede en olimpiadas. Somos seres humanos, y a menudo nos equivocamos y caemos. Se podría manifestar en una clasificación que no se logra, una medalla que se pierde, un examen que queda en blanco. Pero cuando se tropieza n veces, hay que levantarse n+1.
El próximo sujeto que señalan es el culpable. Al despertar, están listos y listas para compartir su conjetura. Sin embargo, el carnicero les ha cortado una mano mientras dormían.
Las olimpiadas también tienen sus carniceros. La envidia, los celos, las dificultades económicas, las distancias, el poco apoyo, los intereses personales que interfieren con los colectivos, la burocracia, la falta de fondos, los aspectos negativos de la cultura,… en fin, a menudo hay más carniceros que mafiosos.
Y si son mujeres como yo, los carniceros les cortan la lengua. Pero anímense, porque estamos montadas sobre los hombros de gigantas.
Las partidas siguientes son similares y finalmente quedan ustedes con unos cuantos civiles. Entre ustedes se apoyan, defienden sus teorías, comparten su confianza. Sin sus votos, jamás podrían matar al último mafioso. Sería difícil lograrlo solo o sola. Lo mismo sucede en olimpiadas: es un trabajo colectivo. Somos parte de un equipo. Son incontables las ocasiones en las que he recibido consejo y apoyo de un compañero o compañera olímpica, lo cual me ha ayudado a continuar creciendo en la materia. De verdad que el apoyo que podrán encontrar en las personas solidarias que ya han recorrido un camino similar al de ustedes es sumamente valioso, así que no tengan miedo en preguntar. La gran mayoría de las personas que han participado en olimpiadas, o que están en la Comisión, están dispuestas a ayudarles. Muchas personas creemos en ustedes y en sus capacidades.
El último mafioso muere. El juego ha terminado, pero sigue otra partida. La continuidad de la mafia, dices tú.
Al final de cuentas, las matemáticas son un juego. Y estoy sumamente agradecida por todas las experiencias que he tenido en olimpiadas: las finales, las internacionales, las capacitaciones, los chats de WhatsApp, los chistes internos, los problemas extraoficiales, los amigos y amigas que he conocido, las risas, los exámenes, las lloradas.
A todos y todas ustedes les deseo lo mejor. Tienen el potencial para alcanzar el cielo y hasta traspasar la atmósfera (aunque los físicos les digan que no pueden). Por favor, sigan adelante, porque les prometo que su esfuerzo siempre rendirá frutos, sin importar su condición. Les ofrezco mi ayuda, de nuevo, y les deseo los mayores éxitos.
Me veo moralmente obligada a concluir con una frase pseudo-motivacional en idioma matemático. Amigues, somos series divergentes: no conocemos ningún límite. 
 
***** 
 
Hola. Escribí esto hace como dos años porque quería y lo publico en mi blog porque es mío. 
 
Con amor,
nan.

Thursday, November 5, 2020

Diálogo con comillas

“No sé, Artemisa, me parece que deberías conseguirte un novio o algo”, dijo Apolo.
Artemisa lo volvió a ver con ojos de tigresa. “¿Que yo tengo que hacer qué?”
“Tranquila, tranquila, es solo una sugerencia. Tal vez así te calmarías”.
“Yo soy Artemisa, diosa de la luna, lideresa de múltiples cazadoras. Reino sobre las montañas y ayudo a las mujeres cuando tienen dolores de parto. ¿Y vos me decís que me calme?”
“Ves, de eso es de lo que hablo. Sos demasiado intensa. Tal vez con un novio te volverías más, no sé, suavecita, por enamorada”.
Luego de tomar una flecha con su mano, Artemisa le disparó rápidamente en el pie a Apolo. Se oyó un alarido de dolor y Apolo bajó a tocarse el pie.
“¿Qué te sucede, loca?”
“No sé, mi aljaba estaba muy pesada. Quería quitarle peso para así relajarme más, sabés”.
Apolo estaba sentado en el piso. Ya se había sacado la flecha y estaba tratando de parar la sangre. Miró hacia arriba, a los ojos de Artemisa, con la boca abierta.
“Sabés qué, retracto lo dicho. Ningún hombre te va a querer porque sos una maniática”.
“Uy, no, voy a tirarme de un acantilado. ¿Qué será de mí, si soy solo una mujer sin el amor de un hombre?” Artemisa se puso el dorso de su mano sobre la frente. “Sería mejor destino la muerte, o, dios Apolo”.
“Ya dejá de hacerte la graciosita y ayudame a levantarme. Vamos a ver si logro subirme al carruaje para el atardecer”.
“Podés pedirle a una de tus muchas novias que te ayude. Calmate. Estás muy histérico”. Artemisa le extendió la mano a Apolo, quien la tomó y se levantó.
“Bueno, hasta luego, que ya se hace tarde”, se despidió Apolo.

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Holaaa gente. Esto es lo último que he hecho. La profe nos ha dado tiempo libre. ¡Espero que les guste! Más adelante habra un ensayo acerca de la pesca de arraste.

Con amor,
Nan.

Wednesday, September 23, 2020

Queja sobre la pandemia

Estímulo: escriba una queja. 
 
El día de hoy me quejaré de la pandemia. La odio demasiado. Vino a arruinar demasiadas cosas en mi vida. Es lo peor que me ha pasado.
A principio de año, yo estaba muy feliz por entrar a la universidad. Yo ya había hecho algunos cursos antes, y entonces estaba muy emocionada por las clases. También estaba muchísimo más emocionada por entrar a ver a mis amigos y amigas. De hecho, los primeros días fui a almorzar con una pelota de gente. Yo era muy feliz. Me encantaba bombetear y compartir con la gente que quiero. Finalmente podía estar en un lugar, libre con mis amigos y amigas.
Pero no.
Tenía que venir la pandemia. Tenía que dejarme encerrada en la casa. Ya no podía compartir con nadie. Y estaba tan feliz de poder conocer tanta gente nueva. De verdad, hubiera conocido a muchas personas con mis mismos intereses. Siento que la UCR es un lugar muy mío, entonces podría encontrar estudiantes de los que sería muy buena amiga. El problema es que las interacciones virtuales no son iguales a las de la vida real.
Una de las cosas que más me duelen es que no pueda salir a fiestas. Antes, me encantaba ir a la Calle de la Amargura o a La California a bailar con mis amigos y amigas. Me subía mucho el ánimo y me hacía sentir muy feliz. Las luces, la música, el ambiente, todo me hacía sentir increíble. De hecho, hice un nuevo amigo que siempre hacía fiestas de principio y final de semestre en su apartamento, ya que vive literalmente a la par de la Calle. Todo eso me lo perdí por la desgraciada pandemia. Sin embargo, no se podrá volver a hacer nada de este tipo hasta dentro de un año, o incluso más, cuando todos y todas estemos vacunados y vacunadas. Ahora lo único que tengo son llamadas de Zoom.
Odio, odio Zoom. Estoy harta de las clases virtuales. Quiero ya que sean presenciales, aunque me pase durmiendo, aunque pase esperando que terminen. Estar en un aula con el profesor o la profesora y con los compañeros y compañeras es mil veces mejor que estar frente a una pantalla por tres horas. Estoy harta. Ni siquiera tengo ganas de ir, y de hecho no voy si no es obligatorio. Prefiero ver las grabaciones de nuevo.
Las desgraciadas grabaciones.
Es horrible tener que estar usando la computadora todo el día. A mí me gusta el papel, pero tristemente tengo que usar la computadora siempre. Tengo que ver las grabaciones de las clases. Tengo que escanear cosas. Tengo que tomar notas en la computadora. Ya estoy demasiado harta, en serio. Llevo seis meses estando harta.
Estoy tan harta que me deprimí. Todos estos factores, y otros, confluyeron en una depresión constante desde que nos encerraron. A veces no tengo ni siquiera ganas de levantarme de la cama. Es muy angustiante para mí tener que prender la computadora, y cuando la apago me siento libre. Siento que ya nada tiene ningún propósito y que todo está perdido. Me siento atrapada en un lugar que odio, por más que ame mi casa y mi familia.
El encierro que estamos sufriendo, más que físico, es mental para mí. Me siento estancada y sin ninguna salida. Siento que siempre estaré sintiéndome de esta manera, aunque racionalmente sepa que no es así. Y todo esto es culpa de la desgraciada pandemia.
En conclusión, estoy viviendo los peores días de mi vida hasta ahora. obvio que pueden empeorar, porque siempre todo puede empeorar, pero espero que no. De verdad no sé si aguantaría que esto se pusiera peor. Es la cosa más trágica que me ha pasado en la vida. Por última vez, estoy harta.

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Holaaaa esta es mi queja. Sí, me estoy sintiendo bastante mal. Lo bueno es que la profe me dijo, y cito, "Todo su texto es excelente. Brillantemente escrito. Tiene usted mucho talento para escribir".
Estoy emocionada porque ya casi tengo que hacer el trabajo de mitad de semestre. El problema es que no sé de qué hacerlo. Espero que me llegue un flechazo de inspiración y lo escriba con el corazón. Jeje.
¡Espero que les haya gustado! 
 
Con amor,
Nan.

Thursday, September 17, 2020

Diálogo “en situación”

Estímulo: Escribir un diálogo en situación.
 
—Hola, ¿cómo estás?
—Hola. Vieras que no muy bien— respondió Ernesto.
Talía no esperaba esa respuesta. Se alarmó un poco.
—¿Qué pasó, Ernesto?
—Me siento un poco mal— Ernesto dijo, mientras veía a través de la ventana en vez de a los ojos de Talía.
—Desearía no estar viviendo lo que me tocó vivir.
—¿A qué te referís?
—Estoy harto de estar aquí, encerrado. Ya estoy cansado. Necesito verte, y ver a muchas otras personas. Ya no aguanto. Claro, llevo meses diciendo eso, y al final sí aguanto. Lo que pasa es que siento que mi alma se erosiona cada día que pasamos así. Y nada parece que vaya a mejorar.
—Ya veo. Recordá que esto es temporal— dijo Talía, con una sonrisa.
—Estoy un poco harto de que me digan eso, sinceramente. Sí, yo sé que es temporal, pero eso no significa que no durará muchísimo tiempo. Ya llevamos seis meses aquí, y creo que nos faltan otros siete u ocho. ¿Cómo voy a sobrevivir tantos meses así? Y nada está mejorando, Talía, nada. Solo está empeorando la situación.
—Honestamente, todo lo que decís tiene sentido. Sí es muy posible que dure mucho tiempo más. Sin embargo, no pensés en todo el tiempo que falta; mejor pensá en pequeñito. Sobreviví hoy, y si hoy es demasiado, pensalo hora por hora, o inclusive minuto por minuto. Yo sé que vos podés.
—Sabés qué, me parece que tenés toda la razón. De hecho, eso es lo que estoy haciendo. Si me estoy sintiendo muy mal simplemente me tiro a la cama a descansar un rato.
—Pero, ¿cómo hacés con el trabajo?— preguntó Talía.
Ernesto sonrió, un poco apenado.
—Pues, lo hago cuando puedo. Si tengo que hacerlo rápido, lo hago rápido. Si no me da tiempo de hacerlo, simplemente pido clemencia. Así es como sobreviví el semestre pasado, y con muy buenas notas, aunque no lo creás. Lo que hacía era justamente tratar de no ser muy perfeccionista, pero siempre haciendo lo mejor que puedo.
—Qué buenas ideas, Ernesto. Espero que te sintás mejor pronto.
—Muchas gracias, Talía.— Ernesto se acomodó el cabello
—Y vos, ¿cómo estás?

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La idea de este ejercicio es practicar diálogos con raya. Este está muy basado en lo que siento. Estoy muy harta de estar encerrada, y un poco desesperada en general. ¡Espero que les haya gustado! 
 
Con amor,
Nan.

Friday, August 28, 2020

Chica olvidada

Estímulo: Describir una misma escena primero desde un yo subjetivo (primera persona) y después desde una tercera persona (él o ella) objetivos.
 
En este asiento la tinta me mancha las manos. Los tonos negros sobre la piel blanca asemejan lo que ahora soy en tu memoria: un parchón de tinta entre los surcos del cerebro. Un tachón agresivo, un error.
Floto entre las demás manchas. Algunas de ellas son más notorias que las demás, porque ya te has lavado el cerebro con el agua del llanto alegre. Ojalá mi parchón estuviera más marcado. Sin embargo, ya has encontrado a alguien por quien llorar de la felicidad.
Entre estas hojas se escriben las crónicas de una chica olvidada. Y te juro, te juro, como dice el conciso cummings, te juro por todas las flores que mi amor siempre fue y será adulto. En el mismo respiro te admito que te odio, te odio porque somos el mismo polo. Qué doloroso es que en un solo pecho convivan fuerzas tan insaciables y antagónicas.
Me dejaste en el frío, con el alma partida e incompleta. Me dejaste rodeada de gente pero sola, tan sola. A través del hueco que me dejaste al arrancarme un pedazo de carne se desbordan los sentimientos con cada latido. Por eso es que decido escribir algo que jamás leerás.
Y así es como arranco la hoja y la escondo en lo profundo de mi bolsillo.

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La chica castaña sentada diagonal a mí está llorando. Mientras lo hace escribe con tal vigor que estoy segura que las letras se podrán leer incluso cinco páginas después. El bus se mueve con pesadez, y la calle desigual por los huecos hace que salte de vez en cuando. La chica con enagua está tan pero tan tensa que ni se mueve en su asiento. Sus rodillas están rígidas la una contra la otra, y sobre ellas está el cuaderno rayado de resorte.
De nuevo se limpia las lágrimas con el dorso de la mano, que se devuelve manchado de negro por el encrespador y la tinta. Sigue escribiendo con fuerza. Tanto llorar le ha dado hipo, por lo que periódicamente da brinquitos. También se está estremeciendo levemente.
Para un momento de escribir y respira hondo. Mira a través de la ventana. En el reflejo del vidrio se puede ver su expresión atormentada. Es una muñeca de ojos grandes, nariz respingada y boca roja. Su cara está manchada de negro. Sus párpados están un poco cerrados en un gesto de dolor.
Después de ver el paisaje un rato, vuelve su mirada abajo. Súbitamente arranca el papel del cuaderno y, arrugado, lo guarda dentro del bolsillo de su chaqueta negra.

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Disfruten de mi sufrimiento romántico, jaja. Soy tan patética. Basado en una historia real. Efe.
La profe me dijo que le gustó mi prosa poética, yay. Espero que a ustedes también les guste. 
 
Con amor,
Nan.

Monday, August 24, 2020

Mi capullo

Estímulo: Describa el lugar que más le gusta o que más odia.
 
Metida en mi capullo, las sábanas me acarician la piel como pétalos. Me sostiene el firme colchón, y bajo mi cabeza se encuentra la más suave almohada. Estoy bajo tres capas de tela que me protegen del mundo exterior. El cuarto está muy frío, justo como me gusta. Al principio no disfruto congelarme, pero una vez que mi calor se queda atrapado entre las cobijas, estoy verdaderamente a gusto.
Este es mi lugar favorito en todo el universo. Me encanta estar acostada en mi cama, lista para dormir. Me gusta que puedo pensar en paz, ya que no tengo que preocuparme en sostener mi propio cuerpo. En la cama me siento cuidada.
Con una sonrisa me vuelvo al otro lado y la luz amarilla de mi lámpara ilumina el resto del cuarto. Primero veo los libros en la repisa doblada por el peso. Tantos títulos familiares, tantos recuerdos. Entre los libros también veo muñequitos y discos que me alegran el corazón.
Bajo la repisa hay un espejo de cuerpo completo. Ese espejo está un poco sucio y viejo, pero cumple con su propósito. Lo que me gusta de esta pieza es que tiene adherido un pequeño mueble con llave. Ahí guardo las cosas más íntimas que tengo. Principalmente tengo mis cuadernos con escritos y dibujos, entre otras cosas secretas.
Frente a la cama tengo el sillón lleno de almohadas y ropa. Mi mesa de noche también está un poco desordenada, con libros y demás artefactos. Dentro de la gaveta hay más desorden.
Veo hacia arriba y en el techo se encuentran las pequeñas estrellitas que mi madre con mucho cariño pegó ahí. La estrella más grande se ve como la cabeza del cometa. Es interesante que esa estrella también se vea como la decoración de la camisa de un niño sin pelo que forman las demás estrellas más pequeñas. Ese simple torso me cautivó desde pequeña, aunque es un dibujo simple.
Apago la lámpara y me vuelvo al otro lado, hacia la fría pared. La siento con las puntas de los dedos y oigo el viento de afuera. Aquí adentro estoy segura, y me siento feliz.

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Espero que esta pequeña pieza les haya gustado. Me costó escribirla porque he estado teniendo problemas de depresión. No obstante, estoy feliz de que la logré escribir. 
 
Con amor,
Nan.

Clases de Taller Literario

Hola, humanos.
Les aviso que empecé un curso en la universidad que es un taller literario. Como tarea, debo escribir cada semana. Entonces, estaré publicando aquí los escritos una vez que la profesora me los revise.
Estoy muy emocionada porque la autora es Anacristina Rossi, y a pesar de que no he leído sus libros, sé que es una autora reconocida en Costa Rica. ¡Estoy muy feliz de que me diga comentarios tan bonitos! Mis compañeres son muy buenes escribiendo, también.
¡Espero que a ustedes también les gusten mis escritos!
 
Con amor,
Nan.